domingo, 23 de septiembre de 2018

Barrio cool: la gentrificación y la complicidad del arte.

Artistas y consumidores del arte contribuyen en muchas partes del mundo con el desplazamiento de las clases populares de los barrios suburbanos.



Como consumidor y seguidor de lo handmade, la compra de cuatro tazas de cerámica hecha a mano con el dibujo de un ancla azul me llevó a caminar por las veredas y las calles del barrio de Palermo en Buenos Aires. Se puede decir que allí todo está impregnado de un estilo arty*, lo que hace que me sienta atraído notoriamente por la presencia de la mano del artista o creativo en cada obra que se ve. Cuando eso sucede todo se transforma en pieza única e irrepetible. 

En ese punto en el que la mano del artista se hace notoria, el lettering es lo que mas me apasiona. Ésta es la actividad de aquel viejo letrista que pintaba la vidriera del kiosko del barrio, solo que ahora está en cuerpos de jóvenes artistas que cooperan para que el ambiente estético sea lo que es. No tuve que hacer mucho esfuerzo para notar mientras mas caminaba, mas veía, y mientras mas veía y mas alimentaba mi sentido de consumo entre tantas cafeterías que dan la bienvenida con un cartel en que su tipografía fue pintada a mano con pintura sintética (o la ya desgastada tiza) y no con su imitación prediseñada e impresa en vinilo recortado. 

Dividí mi cabeza para pensar en que si en esas calles existe un arte mainstream (usado por el mercado para ser cool), por lo tanto también existe un arte underground (igual de cool pero que aun no cabió en la idea de algún comerciante creativo).  Por eso es que separé por un lado la manera en que el arte se relaciona con el mercado gastronómico a través de hamburgueserías, cervecerías y cafeterías con el uso de letras dibujadas y pintadas a mano, y por otro, la del artista que nota que todos están mirando con los sentidos afinados, y celulares preparados para fotografiar al instante que publican en instagram un paseo cool en el ambiente palermitanoÉstos últimos usurpan un rincón de una pared, de una cortina, de un poste o de un cartel para allí imprimir algo de lo que saben hacer con mucha gracia. 


Palermo Soho

En ese rol de rastreo de lo underground en un safari urbano de street art la pase bien, aunque hubiera deseado hablar otro idioma para disimular las constantes fotos que tomaba. Pegatinas collageras, calcos, Graffitis y sténciles se muestran en las paredes de Palermo Soho casi como los pasillos de una galería de arte posmodernista en la que un pizarrón que anuncia el precio de un café convive con la imitación de un Banksy cerrando la idea de un barrio de pretensiones artyCasi del modo en que lo expresa Martha Rosler en su libro Clase Cultural, la creatividad hoy en día aparece tanto en el lenguaje de la autonomía como en el de la dominación.

El Soho que acompaña a la palabra Palermo en ese nombre no oficial pero sí recordatorio e identificatorio surge desde el auge inmobiliario de la zona como parte de un circuito cool de arte y gastronomía, y evoca la mítica zona de Nueva York llamada SoHo basada en otra homónima que está en Londres. 


Valencia

Palermo, junto con San Telmo y La Boca, tiene esa característica en lo visual, son llamativas. El caso puntual de Palermo es que mutó de una zona de fábricas y asentamientos a lo que se llama distrito audiovisual, un centro de estilo vintage de indumentaria y gastronomía. Esto comenzó a suceder durante la última dictadura militar con la pretensión de erradicar las villas de emergencia impulsando a la desindustrialización de la zona quedando no solo desplazada la población obrera sino también el espacio necesario para el negocio inmobiliario. 

Hay muchos casos de gentrificación en el mundo. Uno de los casos mas paradigmático es el del Lower East Side de Manhattan. Los bancos dejaron de refinanciar las hipotecas y los propietarios fueron desentendiéndose de las viejas propiedades incluso con inquilinos dentro de la misma. La administración pública permaneció pasiva para permitir la instalación de la delincuencia y la marginalidad. Esto bajó los precios de las propiedades y comenzó un nuevo barrio pintoresco a partir de la presencia nueva de artistas. Paso siguiente desembarca la clase burguesa identificada con los valores estéticos de la vanguardia artística. Finalmente sube el precio de las propiedades, y tanto el artista como el antiguo vecino abandonó el barrio. En algunos casos la historia del antiguo barrio es utilizado como el mismo argumento de venta. En el Bronx se llevó a cabo un nuevo barrio a través de este proceso en el que los promotores utilizaron la identidad conflictiva del barrio transformándolo en algo cool.

Estos procesos urbanos de transformación de los barrios se llaman gentrificación. Un neologísmo que proviene de la palabra gentry (alta burguesía) y que se entiende como elitización, es decir que la población de mayor poder adquisitivo desplaza a la de menor, es por eso que además cambia su entorno comercial entre pintoresco y de alto valor. El objetivo final es la mercantilización. Por lo general, este proceso de urbanización de la periferia atrae un público que desea sentirse parte de una imagen bohemia y underground, simil BoBo ( Burgués en inglés y Bohemio) de David Brooks en su libro Bobos en el paraíso.


La Boca

Pero con los pies en la tierra y una mano en el corazón, no es contradictorio pensar en un bohemio burgués si tomamos la década del 60 como la era de la contracultura pero también como la del consumo. La juventud de clase media de la posguerra inmediata tenía sus vidas dirigidas hacia la familia y el trabajo, mientras que la siguiente, la de los sesenta, irá contra la regla de la mayoría consumiendo la contracultura a partir de la música, revistas, moda, etcétera, transformándose en un sector altamente visible por sus gustos y siendo su temática principal la revolución, la cual será asimilada por el mercado y muy bien consumida por el público. Por eso es que rapidamente el concepto Lifestyle será un valor destacado en la sociedad del consumo a partir de la década del sesenta. 

En estos barrios nacidos como producto de la gentrificación opera la lógica de lo que el filósofo y escritor francés Guy Debord llama "sociedad del espectáculo" propio de la sociedad industrial y postindustrial. Esta idea no se reduce a las representaciones sino que se amplia hacia las relaciones, es decir que el espectáculo no está dado por la imagen sino por la relación social entre personas mediatizada por la imagen. Martha Rosler plantea en su libro Clase Cultural que ésta relación está atravesada por el auge de la industria cultural, la innovación y la industria creativa. 

Con lo poco que iba viendo en el recorrido por aquellas calles comprendí porque en algunos libros o artículos se ha hablado de que el hipster junto a los artistas han sido los protagonistas de este proceso de gentrificación en complicidad con el sectores poderosos del capitalismo ya que en esta transformación urbana los perjudicados son los menos acaudalados

Por lo tanto, el artista y el creativo son activo para los proyectos inmobiliarios, financistas, gobiernos municipales y constructoras. Su presencia permite la atracción a la nueva burguesía que repoblará el barrio "desierto" teniendo en cuenta las grandes facilidades que tienen al momento de instalar su atelier o una galería de arte. Así es que tanto el artista como quienes llegan a la zona en modo consumidor (Rosler habla de artistas y hipsters) son los mediadores entre la vieja clase proletaria suburbana y estos proyectos, y son lo que Martha Rosler denomina clase cultural. Así es que el “arte” que se despliega en los diferentes casos de gentrificación funciona como un manto brillante que cubre los móviles inmobiliarios. Por lo tanto la estetización de la vida cotidiana, que comenzó con el diseño interior, también toma las calles mostrando que el rol del arte es de estetizar las zonas suburbanas.

Bibliografia mencionada

Martha Rosler. Clase cultural. Arte y gentrificación. Caja Negra Editora. 2017
*De cierta pretensión artística. 

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