sábado, 29 de septiembre de 2018

Rebeldía chic: Nirvana y la contracooltura

Entre yonky y cool, Kurt Cobain dejó escrito "es mejor quemarse que irse apagando lentamente". Apropiación, asimilación y resignificación en una cultura en la que ser contracultural es re contracooltural.


Por Mariano Alvarez

Fue durante el secundario que empecé a elegir ropa diferente a la que mis padres nos compraban a mi y a mi hermano simultáneamente cuando pedíamos alguna muda salvadora, es decir que a mediado de los 90 comencé con las preocupaciones del outfit subcultural teenager. Sin un estilo fijo, lucía algunas indumentarias y accesorio que variaba entre lo punk, lo hardcore o lo grunge (luego de la primera época de un Kurt Cobain posmortem). Es muy fácil recordarme usando pantalones grandes y caídos, camisas largas a cuadro, buzo de algodón con capucha, pelo largo, cadenas, etc. 

Fue en aquella época que, a pesar de que no compraba mucho, mis recorridos por la mítica galería Bond Street de la Av Santa Fé o la Churba ubicada en Belgrano, me valieron para graduarme como consumidor fácil. Para cualquier vendedor yo era una comisión mas rápida que su propia respiración. Lo hacía deportivamente veloz ya que muchas veces no conseguía inmediatamente mi talle de zapatilla y me quedaba con una dos números mas chicas o dos números mas grandes. Nunca estuve muy cómodo, o era krosty (pie chico) o era bob patiño (pie grande) pero el estilo siempre ganaba. 





Pero en todo esto existe una religiosidad. Yo no compraba Nike ni Adidas, compraba marcas "no imperialistas" (hoy me suena gracioso), o sea marcas alternativas como Vans, o sus versiones mas económica como Airwalk o Visión Street Wear que al fin y al cabo representaban la rebeldía chic de un adolescente de clase media que quería parecer cool entre aquellos que también hacían lo mismo sin dejar de ser un consumidor. Una rebeldía tan chic como la del hippie que para mostrarse anticonsumista compraba el escarabajo de Wolksvagen frente al gran consumo de autos que crecía en paralelo a las estrategias de las fábricas automotrices que no dejaban de sacar modelos de auto año tras año para que nadie se sienta actualizado.


Para entender aún mas sobre esta forma de apropiación, la ciudad de Seattle nos lleva a sucesos conocidos que pueden ser analizables desde este punto de vista. Esa ciudad gris, capital de Washington tiene dos saltos en su historia que nos ayudan a aproximarnos al entendimiento de la rebeldía chic: la rebelión de la contracumbre de 1999 y Nirvana.


1999 es el año en que se llevaron a cabo manifestaciones contra de la Organización Mundial de Comercio (OMC) conocidas como la Batalla de Seattle que se extendieron del 29 de noviembre al 3 de diciembre y que reunió alrededor de 40000 manifestantes. El punto es que durante los hechos se llevó a cabo el destrozo a patadas de una tienda de Nike y las fotos que pudieron registrar esos hechos captaron muchos pies vestidos con zapatillas de esa marca. 


En el mismo tono en el que venimos hablando y bajo la frase "La polémica es el preludio de un éxito mainstream" es que David Geffen logró hacer algo similar con Nirvana, la banda grunge mas popular de los noventa. Geffen es un coolhunter dice Frédéric Martel en su gran obra Cultura Mainstream, es un cazador de lo cool, solo que cuando lo caza aún no lo es. Su estrategia es justamente hacer que los grupos se conviertan en cool. Transforma al rock alternativo, lo pasa de grungy, raspy (voz ronca) y loud (ruidoso) a algo mas electro y comercial (Cool). 


En sus primeros momentos Geffen produjo exitosamente a Dylan, The Eagles, Dian Ross. Luego a John Lennon y Yoko Ono, Cher, Sonic Youth, Beck, Aerosmith, Peter Gabriel entre otros, y finalmente a Nirvana, una banda de Seattle de ética DIY. David Geffen esperaba vender alrededor de 200 mil copias con Nevermind (el disco mas popular de la banda) pero vendió mas de 10 millones. Por otro lado, a pesar de la banda, Nirvana será adoptada por MTV, lo que catapultó a Kurt Cobain al estrellato global. 

De repente Nirvana había saltado de la anticultura mainstream al mismo mainstream en solo un par de pasos aunque, según Geffen, la banda no había perdido su auténtica rebeldía. La misma portada de Nevermind, en la que un bebé está siendo la presa del capitalismo representado por un billete de dolar usado como carnada, es contradictoria, no con el ideario de la banda, sino con haber decidido ser cool. David Geffen con el tiempo se convirtió en el único empresario que logró conquistar los tres pilares del enterteinment norteamericano: la industria de la música, la industria cinematográfica y los espectáculos de Broadway.





En el gran libro Rebelarse Vende, sus autores Joseph Heath y Andrew Potter sostienen que la respuesta a la pregunta conspirativa acerca de ¿Quien mató a Cobain? es obvia. "A Kurt Cobain lo mató Kurt Cobain". Pero además "el cantante de Nirvana también fue víctima de una idea falsa: la teoría de la contracultura", así como en décadas anteriores lo habían sido los hippies.

A Kurt Cobain la popularidad siempre le pareció algo de lo que avergonzarse. Así es que, cuando el disco Nevermindsuperó en ventas a Michael Jackson, intentaron disminuir su número de fans en el siguiente álbum (In Utero) incluyendo música deliberadamente oscura e inaccesible. Pero no sirvió de nada. El disco llegó al número uno en las listas estadounidenses sin mitigar la sensación de abandono a la esencia de la banda.

Seguramente esa sensación avergonzante provenía de la manera en que él siempre había considerado al hippie pero que, sin embargo, él mismo no pudo evitar hacer. La actitud de rechazo de Cobain con los hippies era porque consideraba que se habían vendido, que al hacerse yuppies habían pasado del anticonsumo al consumo, del underground al mainstream, de la contracultura al establishment, es por eso que Kurt los llamaba "hippiócritas" mientras que de manera mas violenta decía «Yo sólo me pondría una camiseta teñida* si estuviera hecha con sangre de Jerry Carcía*».

Sin embargo, tanto para el hippie como para Nirvana mismo, los valores que persiguieron, para la industria son mercancías que se pueden vender, provocando un aumento del consumismo contra el cual se enfrentaron. Por eso es que Nirvana, una banda con valores previos que la definían, vendía millones de discos al igual que New Kids on the Block que fue una banda prefabricada para ese fin.

Tanto aquí, como en artículos anteriores, nos estamos refiriendo a la teoría de la «apropiación» que la cultura hegemónica implementa, según la cual la «represión» impuesta por el sistema a lo antisistema es más sutil, ya que al sistema le basta con asimilar la resistencia mediante la apropiación de sus símbolos, la eliminación de su contenido «revolucionario» y la comercialización del producto resultante de ella. Con esto se consigue neutralizar la contracultura de tal manera que el público ni siquiera llegue a conocer su verdadero origen "revolucionario".




En esto Thomas Frank en su libro La Conquista de lo Cool es bien claro cuando plantea que "la cultura contestataria de la juventud continúa siendo un contexto idóneo para las empresas". "Las fantasías comerciales de rebelión, liberación y «revolución» contra las exigencias asfixiantes de la sociedad de masas se repiten hasta el punto de pasar totalmente desapercibidas en los anuncios de publicidad, las películas y los programas de televisión".

Cobain, en la carta que dejó al momento de suicidarse, dejó una nota en la que una de sus frases decía "es mejor quemarse que irse apagando lentamente", mucho habrá tenido que ver la heroína pero también el precio de haber sido cool




* Atuendo propio del hippie.
* Cantante de la banda The Grateful Dead.

Bibliografía mencionada:

- Rebelarse vende. Joseph Heath y Andrew Potter. Taurus edit.
- La conquista de lo cool. Thomas Frank. Alpha Decay edit.
- Cultura Mainstream. Frédéric Martel. Taurus edit.


domingo, 23 de septiembre de 2018

Barrio cool: la gentrificación y la complicidad del arte.

Artistas y consumidores del arte contribuyen en muchas partes del mundo con el desplazamiento de las clases populares de los barrios suburbanos.



Como consumidor y seguidor de lo handmade, la compra de cuatro tazas de cerámica hecha a mano con el dibujo de un ancla azul me llevó a caminar por las veredas y las calles del barrio de Palermo en Buenos Aires. Se puede decir que allí todo está impregnado de un estilo arty*, lo que hace que me sienta atraído notoriamente por la presencia de la mano del artista o creativo en cada obra que se ve. Cuando eso sucede todo se transforma en pieza única e irrepetible. 

En ese punto en el que la mano del artista se hace notoria, el lettering es lo que mas me apasiona. Ésta es la actividad de aquel viejo letrista que pintaba la vidriera del kiosko del barrio, solo que ahora está en cuerpos de jóvenes artistas que cooperan para que el ambiente estético sea lo que es. No tuve que hacer mucho esfuerzo para notar mientras mas caminaba, mas veía, y mientras mas veía y mas alimentaba mi sentido de consumo entre tantas cafeterías que dan la bienvenida con un cartel en que su tipografía fue pintada a mano con pintura sintética (o la ya desgastada tiza) y no con su imitación prediseñada e impresa en vinilo recortado. 

Dividí mi cabeza para pensar en que si en esas calles existe un arte mainstream (usado por el mercado para ser cool), por lo tanto también existe un arte underground (igual de cool pero que aun no cabió en la idea de algún comerciante creativo).  Por eso es que separé por un lado la manera en que el arte se relaciona con el mercado gastronómico a través de hamburgueserías, cervecerías y cafeterías con el uso de letras dibujadas y pintadas a mano, y por otro, la del artista que nota que todos están mirando con los sentidos afinados, y celulares preparados para fotografiar al instante que publican en instagram un paseo cool en el ambiente palermitanoÉstos últimos usurpan un rincón de una pared, de una cortina, de un poste o de un cartel para allí imprimir algo de lo que saben hacer con mucha gracia. 


Palermo Soho

En ese rol de rastreo de lo underground en un safari urbano de street art la pase bien, aunque hubiera deseado hablar otro idioma para disimular las constantes fotos que tomaba. Pegatinas collageras, calcos, Graffitis y sténciles se muestran en las paredes de Palermo Soho casi como los pasillos de una galería de arte posmodernista en la que un pizarrón que anuncia el precio de un café convive con la imitación de un Banksy cerrando la idea de un barrio de pretensiones artyCasi del modo en que lo expresa Martha Rosler en su libro Clase Cultural, la creatividad hoy en día aparece tanto en el lenguaje de la autonomía como en el de la dominación.

El Soho que acompaña a la palabra Palermo en ese nombre no oficial pero sí recordatorio e identificatorio surge desde el auge inmobiliario de la zona como parte de un circuito cool de arte y gastronomía, y evoca la mítica zona de Nueva York llamada SoHo basada en otra homónima que está en Londres. 


Valencia

Palermo, junto con San Telmo y La Boca, tiene esa característica en lo visual, son llamativas. El caso puntual de Palermo es que mutó de una zona de fábricas y asentamientos a lo que se llama distrito audiovisual, un centro de estilo vintage de indumentaria y gastronomía. Esto comenzó a suceder durante la última dictadura militar con la pretensión de erradicar las villas de emergencia impulsando a la desindustrialización de la zona quedando no solo desplazada la población obrera sino también el espacio necesario para el negocio inmobiliario. 

Hay muchos casos de gentrificación en el mundo. Uno de los casos mas paradigmático es el del Lower East Side de Manhattan. Los bancos dejaron de refinanciar las hipotecas y los propietarios fueron desentendiéndose de las viejas propiedades incluso con inquilinos dentro de la misma. La administración pública permaneció pasiva para permitir la instalación de la delincuencia y la marginalidad. Esto bajó los precios de las propiedades y comenzó un nuevo barrio pintoresco a partir de la presencia nueva de artistas. Paso siguiente desembarca la clase burguesa identificada con los valores estéticos de la vanguardia artística. Finalmente sube el precio de las propiedades, y tanto el artista como el antiguo vecino abandonó el barrio. En algunos casos la historia del antiguo barrio es utilizado como el mismo argumento de venta. En el Bronx se llevó a cabo un nuevo barrio a través de este proceso en el que los promotores utilizaron la identidad conflictiva del barrio transformándolo en algo cool.

Estos procesos urbanos de transformación de los barrios se llaman gentrificación. Un neologísmo que proviene de la palabra gentry (alta burguesía) y que se entiende como elitización, es decir que la población de mayor poder adquisitivo desplaza a la de menor, es por eso que además cambia su entorno comercial entre pintoresco y de alto valor. El objetivo final es la mercantilización. Por lo general, este proceso de urbanización de la periferia atrae un público que desea sentirse parte de una imagen bohemia y underground, simil BoBo ( Burgués en inglés y Bohemio) de David Brooks en su libro Bobos en el paraíso.


La Boca

Pero con los pies en la tierra y una mano en el corazón, no es contradictorio pensar en un bohemio burgués si tomamos la década del 60 como la era de la contracultura pero también como la del consumo. La juventud de clase media de la posguerra inmediata tenía sus vidas dirigidas hacia la familia y el trabajo, mientras que la siguiente, la de los sesenta, irá contra la regla de la mayoría consumiendo la contracultura a partir de la música, revistas, moda, etcétera, transformándose en un sector altamente visible por sus gustos y siendo su temática principal la revolución, la cual será asimilada por el mercado y muy bien consumida por el público. Por eso es que rapidamente el concepto Lifestyle será un valor destacado en la sociedad del consumo a partir de la década del sesenta. 

En estos barrios nacidos como producto de la gentrificación opera la lógica de lo que el filósofo y escritor francés Guy Debord llama "sociedad del espectáculo" propio de la sociedad industrial y postindustrial. Esta idea no se reduce a las representaciones sino que se amplia hacia las relaciones, es decir que el espectáculo no está dado por la imagen sino por la relación social entre personas mediatizada por la imagen. Martha Rosler plantea en su libro Clase Cultural que ésta relación está atravesada por el auge de la industria cultural, la innovación y la industria creativa. 

Con lo poco que iba viendo en el recorrido por aquellas calles comprendí porque en algunos libros o artículos se ha hablado de que el hipster junto a los artistas han sido los protagonistas de este proceso de gentrificación en complicidad con el sectores poderosos del capitalismo ya que en esta transformación urbana los perjudicados son los menos acaudalados

Por lo tanto, el artista y el creativo son activo para los proyectos inmobiliarios, financistas, gobiernos municipales y constructoras. Su presencia permite la atracción a la nueva burguesía que repoblará el barrio "desierto" teniendo en cuenta las grandes facilidades que tienen al momento de instalar su atelier o una galería de arte. Así es que tanto el artista como quienes llegan a la zona en modo consumidor (Rosler habla de artistas y hipsters) son los mediadores entre la vieja clase proletaria suburbana y estos proyectos, y son lo que Martha Rosler denomina clase cultural. Así es que el “arte” que se despliega en los diferentes casos de gentrificación funciona como un manto brillante que cubre los móviles inmobiliarios. Por lo tanto la estetización de la vida cotidiana, que comenzó con el diseño interior, también toma las calles mostrando que el rol del arte es de estetizar las zonas suburbanas.

Bibliografia mencionada

Martha Rosler. Clase cultural. Arte y gentrificación. Caja Negra Editora. 2017
*De cierta pretensión artística. 

martes, 18 de septiembre de 2018

La era de la estupidez y la contra-efectuación


¿La estupidez es la tendencia cultural dominante? ¿es posible pensar una alternativa a la emergencia de culturas fracasadas?

Hay dos cosas infinitas:
el universo y la estupidez humana;
 y sobre el universo no estoy seguro.
A. Einstein


Si hace doscientos años atrás la religión era el opio de los pueblos, hoy se multiplican casi al infinito los productos culturales donde emanan los emergentes deletéreos propios de lo que Zygmunt Bauman denomina “modernidad líquida”. 

Hace menos de un año, el spinner se convirtió en el juego de moda que se conseguía en todas las esquinas rematado por los vendedores ambulantes. Cuando este "juguete" es un instrumento de enorme eficacia para las personas con Trastornos de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Siempre ha existido herramientas distractoras, como el Coliseo para el Imperio Romano, pero en la posmodernidad la tendencia predominante es abarrotar el tiempo de descanso de la gente con distracciones que antes sólo se destinaban a lxs niñxs.

El fin de la historia implica la dificultad de hacer transcurrir el tiempo sin llenar el ahí de la verdad. El vacío de lo actual es sembrado por un movimiento repleto de mecanismos que diluyen el compromiso con lo real, disuelven la memoria, y con ello, se allana el camino para las traiciones de los políticos profesionales frente a la ciudadanía. 

Lo que se consolida es una nueva época que soporta una mezcla desequilibrada de posmodernidad, neoliberalismo y globalización. Pero, estos son sus trazos más groseros. En lo profundo, vemos una formación social que frente al eterno retorno de posturas demacradas de la democracia recae en la resignación.

 La novedad utópica se descarrila en lo imposible. El individuo unidimensional no logra pensar otra realidad como posible, su única superficie existencial es el status quo. La apatía es más fuerte que nuestro compromiso por el bienestar  socio-cultural de nuestra propia comunidad. Aquellos grandes rasgos del orden imperante sólo se sostienen merced a una serie de mecanismos  sutiles, difusos e inconexos. Estos son desplegados en los medios masivos y resuenan en los conventillos del sentido común. Sin  embargo, por sus efectos podemos entrever que sus objetivos generales buscan crear una sociedad de estólidos. 

El fin de la historia puede calificarse como la era de la estupidez y que uno de sus fuertes inclinaciones atiende a resignificar la función de los aparatos ideológicos con el fin de destruir las prácticas contra-culturales, las luchas sociales minoritarias, el invisible esfuerzo por crear una memoria activa.


El término “estupidez” deriva del latín “stupidus” que denota el estado de “aturdimiento”, pero hoy aparece como sinónimo de necedad y torpeza.

Aquí, la noción de “estupidez” no pretende estipular una agresión verbal. Por el contrario, su sentido sólo describe la ausencia de pensamiento autónomo. Immanuel Kant señala: “la minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la tutela de otro”1. Hoy sabemos que un niño piensa con más libertad que un adulto, por el simple hecho de no haber atravesado todavía por las instituciones de disciplinamiento.

En segundo lugar, el historiador italiano Carlo María Cipolla, desarrolla una teoría tipológica ligada a la sin razón, en su segunda ley afirma “la estupidez es una prerrogativa indiscriminada de todos y de cualquier grupo humano”2. No es posible estar de acuerdo con ello, porque los grupos acaudalados tienen numerosos resguardos para los fenómenos globales. La estupidez es un problema de carácter social (societal) que sólo puede ser sostenido como una programación estandarizada,  y que en la superficie del lenguaje sólo se observan las operaciones de los aparatos de resonancia, muchos más difícil sería encontrar sus puntos de origen. 

Además, la estupidez aun siendo un fenómeno simbólico, no deja de tener efectos sobre lo real. En el campo del mercado se manifiesta como fetichismo, en el lenguaje, como ideología y pragmatismo, en el arte, como sublimación del intelecto3 y en el orden institucional, tiene efectos disciplinantes. El fetiche genera un aturdimiento visual y discursivo, que impide la libertad de pensamiento; y a partir de ello, somos sometidos a la voluntad de otros. Es un fenómeno similar a la esclavitud en la caverna platónica. Caverna que José Saramago compara con un centro comercial4.

En cuarto lugar, la estupidez tiene su raíz genealógica en dos fenómenos de orden moral: la mala conciencia y el resentimiento. Y por ello, sus prácticas se mueven bajo una lógica fascista. Atravesados por el odio, el otro corre dos clases de peligros: o es visto como más necio; o se los detesta por ser diferente. Sin embargo, aquí no se trata de ser más o menos perspicaz, sino simplemente de pensar por uno mismo. Mientras que la intelección afirmativa busca crear personas libres. La tarea de las contra-efectuaciones es denunciar las mistificaciones, la mezcla de bajeza de pensamiento y estupidez.   

Un efecto seguro de una contra-efectuación es en lo inmediato generar tristeza, puesto que tira por tierra una falsa ilusión, pero ello nos impulsa a abandonar una inocencia endeble. El pensamiento afirmativo del niño es aquel que logra superar al camello (nihilismo negativo) y al león (nihilismo reactivo). El pensar crítico sirve para “detestar la estupidez, para hacer de la estupidez una cosa vergonzosa”. En las contra-efectuaciones se requiere no se “confundan los fines de la cultura con el provecho del Estado, la Moral y la Religión”4.

En sexto y último lugar, la contra-efectuación es el acontecimiento en su dimensión disolvente del estado presente de las cosas. No se trata de consagrarse a sintetizar los opuesto de ser o no-ser, radica en la afirmación del devenir. Es una síntesis disyuntiva, persistencia afirmativa de las diferencias, no busca ningún espíritu absoluto. Es la dimensión extra-moral del acontecimiento revolucionario: “no ser indigno de lo que nos sucede”5, querer la caída de la guerra como la lucha contra todas las muertes que aun hoy podríamos llegar a evitar, eso es una contra-efectuación.



Simplemente, se debe recordar que la estulticia posee efectos de dominación que se encuadran en la legalidad y que por lo tanto no pueden ser denunciados como ilícitos. Se trata de efectos intensivos de diversa índole que oscilan entre la intimidación hasta la falsa conciencia. Umberto Eco en su obra póstuma considera que la estupidez se encarna en hechos de prepotencia discursiva que los medios de comunicación naturalizan sin criticar, y se manifiestan en todo tipo de charlatanería hasta el punto de lograr la imposición “con violencia de modelos occidentales a países subdesarrollados para inducir consumos y esperanza que esos países no pueden concederse”6. El fracaso de una cultura se propaga en las sociedades estúpidas en la medida en que generan más complicaciones de los que pueden solventar. Y por ello, en última instancia, lo relevante consiste en pensar cómo configurar acontecimientos de resistencia cultural. El reto de los grupos contraculturales es "fomentar un modo de ser sujeto capaz de superar el concepto de libertad desvinculada, y de encontrar nuevas fuentes de posibilidad ‑es decir‑ de esperanza en la relación con los demás"7. Para las personas que hemos nacido bajo el signo de la posmodernidad, la agitación citadina y la revolución incesante de las técnicas productivas son experimentadas como encuadres de la vida cotidiana. La velocidad de la información no es el problema, sino que la multiplicación de los estímulos no tengan por objeto retraernos en la pura pasividad. La revolución egipcia de 2011 se promovió gracias a las redes sociales, pues el régimen de Mubarak disponía de un control de los grandes medios de comunicación. Es necesario no descartar ningún aporte tecnológico para promover los movimientos contra-culturales. Lo relevante no son las herramientas, sino su puesta en acción. Si dicho acto se enfrenta a los poderes constituidos deviene una contra-efectuación.  



1.          Kant, I. (2004). ¿Qué es la Ilustración?: y otros escritos de ética, política y filosofía de la historia. Alianza.
2.          Cipolla, C. M. (1996). Las leyes fundamentales de la estupidez humana. Cuadernos de Economía15(25), 200-216.
3.          Spregelburd, R. (2005) Heptalogía de Hieronymus Bosch IV y V: La estupidez. El pánico. Buenos Aires: Atuel.
4.          Saramago, J. (2000) La caverna, Madrid: Alfaguara. “Había un cartel, de esos grandes, en la fachada del Centro, a que no son capaces de adivinar lo que decía, preguntó, No tenemos ni idea, respondieron ambos, y entonces Marcial dijo, como si recitase, EN BREVE, APERTURA AL PÚBLICO DE LA CAVERNA DE PLATÓN, ATRACCIÓN EXCLUSIVA, ÚNICA EN EL MUNDO, COMPRE YA SU ENTRADA.”, p. 251.
5.          Deleuze, G.  (2002) Nietzsche y la filosofía, Madrid: Editora Nacional. p. 30.
6.          Deleuze, G. (1994) Lógica del sentido, Barcelona: Paidós. (Serie 21, Del acontecimiento), p. 125.
7.          Eco, H. (2016). De la estupidez a la locura. Crónicas para el futuro que nos espera. Barcelona: Lumen. p. 451.
8.         Marina, J. A. (2010) Las culturas fracasadas. El talento y la estupidez de las sociedades. Barcelona: Anagrama, p. 145.

domingo, 16 de septiembre de 2018

La identidad LGBTIQ: mito o historia de lucha.

Agregando historia sobre la efeméride de la rebelión de Stonewall inn de Nueva York en 1969.


Por Mariano Alvarez

Las tardes libres tomando un café pegado al río en Villa Lañata pueden disparar situaciones impensadas, no porque sean tres o cuatro cuadras pintorescas, ni por su aspecto pueblerino como por los comercios improvisados, o una sociedad de fomento que funciona como restaurante y que además de depositar sus mesas y sillas en su vereda lo hace también en la vereda de enfrente, ni mucho menos por los cartelitos hechos a mano que anuncian la venta de agua caliente... las charlas que en esos lugares son sorpresivas.  

Una de mis hijas me preguntó si sabía en que lugar podía conseguir una pulsera del LGBTIQ, a lo que respondí que no, y agregue si sabía de que se trataba. La respuesta de ella fue un sí tan rotundo que comprendí la manera en que las nuevas generaciones se desatan de los tradicionales tabúes.


Entre el muelle del pueblo pegado a un brazo del delta, la caminata al auto y buena parte del retorno dentro del auto definimos la libertad y la normalidad... hablamos del futuro y de utopías. Como si aislarse mentalmente del presente fuera el antídoto para comprender que hay soluciones en la proximidad.

En la humanidad de los menos salpicados por la tradición no se depositan tabúes ni utopías, solo pensamientos inmediatos y preguntas tan básicas como filosóficas. Lo que para algunos "racionales" es un tabú para otros es una causa. Lo que para otros "racionales" es una distopía, es utopía en el pensamiento opuesto.





En cuanto a la homosexualidad y sus oponente, el problema se puede ver en números cuando pensamos que todavía hay 78 países que condenan a prisión o castigo físico de algún tipo a las personas por su orientación sexual. En siete de ellos el castigo es la muerte: Mauritania, Sudán, Arabia Saudí, Yemen, Irán y algunas regiones de Nigeria y Somalía. Como noticia para estos números es que hace días la India despenalizó la homosexualidad.


Un ejemplo lo da Frédéric Martel, un periodista y sociólogo francés, que en una entrevista para huffingtonpost sobre su libro Global Gay explicaba "Si pudiéramos viajar por 45 países de distintas culturas para preguntarle a los gays cómo viven, el caso iraní sería uno de los que más nos sorprendería: el ex presidente dijo en Nueva York en 2007 -dos años después de las imágenes de dos jóvenes ahorcados por delito de "crimen sexual" en una plaza pública- que "en Irán no hay homosexuales" (el término utilizado fue "maricón"). Nada fácil sería ser homosexual es un país donde parece que ni siquiera existes.

Sin embargo muchos elementos forman parte del entendimiento de los "triunfos" de la comunidad homosexual. En el voluminoso libro de Dan Healey Homosexualidad y Revolución, su traductor al español, Mario Iribarren, abre el libro planteando, entre otras cosas por demás interesantes, la cuestión de la actual visibilización y normalización de la homosexualidad, y poniendo como punto de partida que el legado mas duradero del movimiento gay de los años 70 fue el mandato de "salir del armario", y como consecuencia en las décadas del 80, 90 e inicio del siglo XXI, la homosexualidad se hizo visible y mas aceptada, llegando a los logros también en las regulaciones jurídicas, ampliando derechos y reconocimientos.

Sin embargo esas relaciones entre lo hegemónico y quienes quieren romper ese cascarón para hacerse visibles siempre se encuentran en peligro de la asimilación*, ese proceso en el que lo contracultural pierde contenido para convertirse en producto. Iribarren plantea esto respecto a la intervención de algunas empresas a partir de la década del noventa llevando a cabo el entretenimiento gay, desvirtuando incluso la icónica marcha por el orgullo gay nacida en 1970 con motivos del aniversario de la rebelión de Stonwall en el Greenwich Village de Nueya York.

En cada grupo, subcultura, comunidad o conglomerado que comparte experiencias, existe un punto de inicio histórico que muchas veces es natural y otras artificial. En el caso de grupos que pelean por ampliar sus derechos, la mayoría inicia su relato desde algún punto de ruptura, un conflicto, una rebelión, un asesinato, etc. En fin, la existencia del grupo se explica a partir de la experiencia en común compartida por sus integrantes, la cuál será relatada generación tras generación transformándose en un mito* que tiene la intención y un mensaje puntual.





Si afinamos nuestra vista y vemos lejos hacia atrás, casi como un flashback, para buscar el momento en que se inició el quiebre del viejo tabú según el cual existe un sexo oficial y uno no oficial, encontramos muchos, por eso es que lejos estamos acá de definir un inicio mítico del LGBTIQ, sino mas bien hablar sobre esos momentos en que se dan luchas y rupturas frente a la cultura hegemónica.

Lo ocurrido en Stonewall fue uno de ellos. Frente a las insistentes redadas policiales y persecución homofóbica se llevaron a cabo una serie de manifestaciones espontáneas y violentas iniciadas en la madrugada del 28 de junio de 1969, en el pub conocido como Stonewall inn, ubicado en el barrio neoyorquino de Greenwich Village.

El Stonewall Inn, en aquella época, tenía una gran variedad de clientes, pero era conocido por ser un refugio de las personas más marginadas de la comunidad gay y hasta jóvenes sin techo. Las redadas policiales en estos recintos eran rutinarias durante la década de los 60. 
La tensión entre la policía de Nueva York y la comunidad homosexual de Greenwich Village produjo protestas sucesivas durante varias noches y, en cuestión de semanas, se organizaron grupos de activistas con el fin de concentrar esfuerzos en aras de que gays y lesbianas pudieran manifestar abiertamente su orientación sexual sin miedo a ser arrestados. A los pocos meses se habían creado dos organizaciones de activistas en Nueva York, con objeto de realizar protestas, como  también se fundaron tres periódicos como medio de promoción de sus derechos. En pocos años se fundaron organizaciones de derechos de homosexuales a lo largo de todo Estados Unidos y el mundo. 

El 28 de junio e 1970 tuvieron lugar las primeras marchas del orgullo gay en las ciudades de Nueva York y Los Ángeles, las cuales conmemoraron el aniversario de los disturbios. Con el tiempo, otras ciudades fueron organizando marchas similares. Hoy en día se celebran manifestaciones del orgullo gay anualmente por todo el mundo hacia finales de junio, para recordar los disturbios de Stonewall.

Ahora bien, si existe un motivo por el cual pensamos que el inicio de estos movimientos o reivindicaciones fue en la década del sesenta no es solo porque es la era de la contracultura sino que tambien juega la sensación de vacío que provocó la victoria del nazismo y el estalinismo sobre las libertades, como si antes de la rebelión de Stonewall nada hubiera ocurrido. Sin embargo en Homosexualidad y Revolución, un libro que indaga en la historia de la homosexualidad en la Rusia zarista y la Unión Soviética, se puede ver un lucha que se inicia muchos años antes, en la que el socialismo y la izquierda europea jugó un papel destacado. 




El sistema judicial zarista del siglo XIX no implementó una vigilancia sistemática y sostenida sobre la práctica sexual entre personas del mismo sexo como sí lo hacían en Francia, Inglaterra y Alemania por ejemplo, a pesar de que existió un estatuto que lo prohibió en 1835. Sin embargo, el libro se señala como "un avance sin precedentes" el hecho de que en 1922 (a cinco años de iniciado el proceso revolucionario) se haya despenalizado la homosexualidad mientras todos los países democráticos y "civilizados" la penalizaban. A pesar de ésto, el giro conservador del régimen que se inicia en la década del 30 con Stalin se tradujo en lo que para Healey es la "heterosexualidad soviética obligatoria" ya que el código de 1934 considerará a la homosexualidad como delito.

Hace unos meses atrás pregunté en un aula repleta de adolescentes que era una revolución y no supieron explicarla, sin embargo pudieron ejemplificarla con la revolución de mayo. La capacidad mas valorada de la efeméride es que construye una imagen simple de comprender pero que en su simplicidad resta contenido. Reificación y obnubilación son palabras que acompañan.

La necesaria mitología para la identificación no peca de eficaz* sino de achicarse frente a la larga historia de luchas y libertades logradas en favor de la homosexualidad. Mas que un hecho como mito del movimiento, aquí tomó fuerza la identidad naciente de la opresión histórica hacia las minorías originada en la experiencia del día a día y la lucha contracultural de quienes la sufrieron.



Bibliografía mencionada:

Dan Healey. Homosexualidad y Revolución. Final Abierto editorial. 1ra edición en español 2018. 


Frédéric Martel. Global Gay. Taurus. 2010


* Concepto de Thomas Frank para demostrar la manera en que el mercado capitalista vacía de contenido ideológico a las contraculturas para tranformarlos en productos cool.

* Concepto de Mito según Barthes. En términos generales, un mito se refiere a un relato de hechos maravillosos cuyos protagonistas son personajes sobrenaturales (dioses, monstruo o héroes). Para Roland Barthes cuando se habla de mitos, no se refiere a las historias relacionadas con religiones. El mito es un habla, es decir, es un sistema de comunicación, un mensaje, sujeto a unas condiciones lingüísticas que lo caracterizan. Según esto, cualquier objeto, concepto o idea es susceptible de convertirse en mito. Hay que decir que los mitos no son naturales, sino que los crea el ser humano, la historia, y siempre con una intención concreta, para transmitir un determinado mensaje.


* Las prácticas relacionadas con efemérides han sido efectivas para llevar a cabo una identidad nacional a treves de instituciones como la escuela y el ejército.

lunes, 10 de septiembre de 2018

5 grandes libros sobre cultura, contraculturas y subculturas.

Siempre pienso que la mayoría de las discusiones conducen a la nada misma porque en verdad nacieron desde la nada. Parece como si surgiera la necesidad de acordar un marco teórico que sea común para deconstruir partiendo desde el mismo punto. 

Frecuentemente se me viene a la mente una charla gritada entre personas que no escuchan y que hablan sobre temas diferentes pero con palabras parecidas.


Diseño MA arte gráfico


Desde acá cooperamos con estos influyentes libros para ponernos mas de acuerdo desde donde partir.

Aquí van entonces cinco grandes libros para conocer la cultura moderna del consumo, la cultura hegemónica, las contraculturas del siglo XX, las subculturas, las reivindicaciones y mucho mas.











domingo, 9 de septiembre de 2018

La neo-bohemia: el hipster.

El hipster contemporáneo como representante de una subcultura neoliberal.


Hace un tiempo un amigo posteó en su facebook algo que decía mas o menos lo siguiente: "¿Alguien me puede explicar que son esos boludos que andan con barba?". Hoy, no mucho tiempo después de ese pedido, camino las calles de la ciudad y encuentro locales comerciales en los que se montó (con cierta facilidad en algunos casos, y mucha inversión en otros) una barbería, a modo de salón de belleza para el hombre hedonista. Algo distraídos y sorprendidos por la nueva ola retro y vintage del consumo posmoderno, algunos otros locales sólo cambiaron el cartel de peluquería por el de barbería a modo de sinónimo pero en su interior nada cambió ya que seguro sigue yendo todos los meses una señora para teñir su pelo, tal como lo viene haciendo hace años. Finalmente, y mas ajustadas por la situación económica, están las que siguen con el cartel peluquería pero alteraron su vidriera con otro cartel (ahora luminoso de esos que se consiguen en locales de tecnología china barata) que dice barbershop o simplemente el poste de barbero como ícono o equivalente a la batiseñal (barberseñal) que indica que allí se lleva a cabo ese trabajo. Aveces pienso que el aggiornamiento es ridículo y expone un entusiasmo que muy pocas veces lleva implícita la identidad del oficio y todo muere en la superficie, como la peluquera de barrio que ahora va a tener que afeitar prolijamente a algún ventiañero que cree que ésa, la experiencia del servicio de una barbería, es una experiencia sólo para algunos. Ambos mienten. 

La descripción del proceso narrado arriba es la misma que atraviesa a las personas... conceptos del pasado llevados a un contexto diferente en el que las interpretaciones marcan el paso del diálogo cultural. Por eso es que decidí nuevamente hacer uso crítico de google, que siempre me lleva a wikipediar (¿Cuánto pagará Wikipedia para que suceda eso?).

Nuevamente la actividad de googlear es interesante. Primero pregunto qué es hipster* y luego veo como lo relaciona el buscador con la moda. Quizás sea la primera vez que leas la palabra "hipster", quizás no pero seguramente la habrás visto en redes sociales como Pinterest o Instagram. Y suponiendo eso habrás visto un joven a la moda con barba perfecta, pantalones ajustados, tatuajes, anteojos tipo nerd, gran peinado a la perfección, etcétera, etcétera. Así es que entonces nos llega desde internet como sólo una palabra que acompaña una cierta estética cool relacionada directamente con el mercado de la moda y acompañada con otros hashtags como #indie #vintage #bohemio y otros mas.


 Hipsters: consumo y estética

Es posible que esta palabra la haya llevado la moda on line a tu vocabulario pero no significa que esté relacionada en su totalidad con la subcultura hipster nacida en los cuarenta y renacida a fines de los noventa. Veamos eso.

Hipster ya significaba algo. Era una figura de la subcultura negra de finales de la década del cuarenta que en los cincuenta fue ocupada por el blanco, sin embargo en ambos casos siempre han perseguido un nivel superior de conocimiento. Y como para no romper con la relación intelectualidad-jazz, esta subcultura surgen en torno a este estilo de música de origen negro, solo que en su versión menos convencional, haciendo un cortocircuito frente a lo obvio. Este no es el único aspecto que lo une al negro ya que también comparte cierto lenguaje y lugares que frecuentan. En fin, el hipster era un dandi de clase baja, bien vestido, cerebral al hablar y al responder, con una cierta pobreza autoimpuesta que combina con una actitud relajada, pero el aspecto importante es que el hipster es un aficionado al consumo y aspira siempre a lo mejor... la mejor hierba, el mejor jazz, la mejor edición de un libro, el mejor disco.

El hipster contemporáneo, no está tan lejos de aquellos de los cuarenta y los cincuenta pero sin embargo no es ese que viste en Pinterest e Instagram. 

Mark Greif, autor de ¿Qué fue lo Hipster? de la editorial española Alpha Decay, y editor de la revista intelectual newyorquina n+1, dice que los hipsters son una cultura fruto del neoliberalismo, son jóvenes con un look divertido. Al fin y al cabo, el hipster contemporáneo es el que se siente atraído por las reivindicaciones de la contracultura pero las supone casi utópicas quedando en un plano de la lectura en un café con buena iluminación natural en donde que todo está acompañado con palabras como artesanal, vegano, indie, etcétera, etcétera*. En resumen es una vanguardia superficial, son varios los que ni siquiera los han considerado subculturas, quizás sea por su nivel de amoralidad, consumo como muestra de que lo único que importa es el estilo.

El hipster contemporáneo es el fruto del cruce de varias subculturas y surge en 1999. Richard lloyd, de la banda Television, utiliza un término propio de nuestras épocas que hoy lo podemos aplicar al hipster: Neo-Bohemia. Es esa persona de actitud intelectual, reflexiva y nostálgica pero relacionada con el marketing, el dasarrollo de páginas web y la cultura de los noventa, que la llama "indie-rock".

El hipster se lleva muy bien con el mercado, de hecho en EEUU no solo se lo relaciona con una cierta vestimenta y estética, sino también con algunos procesos de gentrificación que se dieron en barrios étnicos o barrios bohemios como es el caso del mítico Lower East Side de Nueva York. Quienes conformaron la subcultura hipster tanto en los 40 y 50 o actualmente tiene en común su relación con el consumo, aunque los actuales se diferencian de los antiguos por su no búsqueda de conocimiento o a priorismo... es un punto que no es de su interés. Sin embargo, el hipster contemporáneo sí está relacionado con el acceso de la información de la época, de modo que puede acceder mas facilmente a la moda a través del capitalismo on line  y on demand.


Lower East Side de NY luego del proceso de gentrificación


Victor Lenore, un periodista español que escribió el libro 'Indies, hipsters y gafapastas. Crónica de una dominación cultural' dice que los hipsters son una falsa subcultura, que parece que se enfrenta a los valores dominantes, pero en realidad propone una versión más despiadada y esnob del capitalismo actual. Podemos decir que son contraculturales en la estética y yuppies en la ética. Sienten la sensación de pertenecer a una subcultura superior a la de las masas.

Casi al igual que Lenore, Greif no tiene reparo en expresar su odio frente al hipster. Para él la esa palabra es siempre peyorativa porque hoy esa subcultura está integrada por la clase dominante... es así que opta por usar el término consumidor rebelde de Thomas Frank para referirse a ellos. En definitiva, el hipster moderno es moda, es neoliberalismo, es hijo de la clase media alta, intelectual, bohemio, actitud progre y consumista.

Lejos en muchos puntos, a comparación del mod que también es un consumidor nato, el hipster no resignifica elementos del mercado tradicional para apropiárselo como símbolo subcultural, sino que espera que el mercado resignifique primero para luego tomar esa nueva interpretación, casi como un símbolo de su lejanía con la creatividad. Esto se ve en el caso de Lima, en donde los hipster han comenzado a escuchar cumbia Peruana luego de haber sido lanzada por un sello de New York, es decir que valoran la cultura local cuando llega manufacturada desde un país mas cool, esto también aplica en el caso de sus gustos por lo vintage que se amplía desde el vinilo hasta el advenimiento de la barbería.

Al fin y al cabo, a lo que mi amigo se refería no eran las subculturas de los 40 ni de los 50 ni de la actual, tampoco habló de hipster pero sin duda se refirió a esa palabra que ha sido utilizada para designar de manera renovada algo que ya estuvo antes pero hoy está completamente relacionada con la moda y que se ven en páginas vinculadas a lo estético.


* Etimológicamente, las palabras hep y hip pudieron haberse derivado de hipi, una palabra que en el lenguaje Wolof del oeste africano quiere decir ‘para ver’. Palabra usada en muchas comunidades africanas de la diáspora desde el tiempo de trasplantación de su localidad original.
En los primeros días del jazz, los músicos usaban la variante hep para describir a cualquiera que conociera sobre una cultura emergente, negra por lo común, lo cual incluía saber de jazz. Ellos y sus seguidores fueron conocidos como hepcats. A finales de la década de 1930, el jazz y su variante swing se habían hecho populares y el término hep fue reemplazado entre los músicos de jazz por hip. El clarinetista Artie Shaw describió al cantante Bing Crosby como «el primer hip blanco nacido en los Estados Unidos».
Alrededor de 1940, la palabra hipster reemplazó a hepcat, y los hipsters se interesaban más por el bebop y el hot jazz que por la vieja música swing. Por esos años jóvenes blancos comenzaron a frecuentar comunidades afroamericanas por su música y baile. Estas primeras juventudes divergieron del mainstream debido a sus nuevas filosofías de diversidad racial, exploración sexual y drogas. Los hipsters permanecían en la misma clase económica que los afroamericanos que emulaban, mientras los Beats se encontraban en clases media y superiores.

* Lo relaciono con lo que el filósofo argentino Dario Z llama Progre. Ese que en los ochenta era visto como psicobolche y actualmente "medio careta", es el propietario del doble discurso que no hiere y tampoco se ensucia.

La Memoria en épocas distraídas

El futuro de la memoria ¿Por qué vuelve el negacionismo sin rechazos escandalosos?¿Qué pasó con la memoria? ¿La posmodernidad recuerda o sol...