lunes, 19 de agosto de 2019

No me llamen los domingos: Angustia, trabajo y privatización de la enfermedad en la vida posfordista.

Por Mariano Alvarez

A comienzos de agosto las nubes se dejan ver del otro lado del vidrio, infunden frío a pesar de mis mangas cortas. Yo solo en la cocina. Sentando y escribiendo en esta notebook que está sobre una mesa envuelta por un mantel de cuadros negros y blancos que se despliegan y cuelgan hasta apoyarse en mi regazo. Unos libros al alcance de mi mano derecha y una copa de vino tinto al alcance de la izquierda. Aquí, en la cocina de mi casa hay un aura de domingo que atraviesa mi respiración y la de mi familia, pues, por frío que parezca, somos una institución sujeta a una cultura.





No hay dudas de que estamos en una época en la que sentimos, por eso es que no es casualidad que escriba esto un domingo usando palabras condicionadas. ¿Introspección?... no lo sé. El domingo es un día de reflexión. Su aura describe la situación de estar parado solitariamente frente a algo enorme que se aproxima. La portada del disco The Resistance que Muse lanzó en 2009 me ayuda a explicar lo que quiero reflejar.

El domingo lleva consigo la compañía de la angustia. Las horas y los minutos se bañan en una densidad insoportable. Cuando el domingo deja ver sus horas (hasta la sensación de tiempo es diferente) y se da a entender que la tarde es inminente, la angustia que era potencia se materializa en nuestro cuerpo, se incorpora. En fin, el tiempo contiene la angustia como un espectro recordándonos que existimos sujetos a algo. Los minutos son gotas que por mas que se estiren no dejan de llenar contenedores y contenedores.


El domingo es el primer día de la semana en el calendario, pero para el calendario laboral es el último, es el que le da paso al odiado lunes para conformar el loop organizado por días y labores bajo el gobierno del reloj. Domingo sensorial ¿Hay domingos racionales? No, el domingo es ideológico... alguien le dio un rol relacionado con el mundo del trabajo que no se relaciona con el ocio sino con la vida laboral... descansa el cuerpo pero no la mente.


El ocio griego (otium), que etimologicamente significa "tiempo libre", no es mas que la libertad del amo gestada a partir de la no-libertad del esclavo. El ocio en la sociedad posindustrial se encuentra lejos de la libertad, de hecho la palabra libertad no encuentra un antónimo del estilo amor-odio porque la libertad capitalista es aparente... cuando no produces, consumes. Domingos de hastío y de shoppings repletos de cuerpos cansados.





En esta reflexión ontológica del domingo la angustia es liviana a la mañana pero presiona por la tarde y la noche. Estoy hablando de, quizás, el tema filosófico mas importante para mi ya que, como el expresionismo, no puedo dejar de relacionar la angustia con el trabajo capitalista. Si el deseo es capitalista, el domingo (y su angustia) también lo es, así como también el lunes y su sensación de extirpación.

No es casualidad que Mark Fisher haga un llamado a politizar la enfermedad cuando la angustia, la ansiedad, el estrés, la depresión son cada vez más fuertes en la vida laboral. En Japón ya existe una palabra (karoshi) que designa la muerte por exceso de trabajo, que de manera positiva une la causa de muerte con el trabajo culpabilizando al capitalismo. En occidente no se ha llegado a tanto pero tenemos la referencia del síndrome de Burnout o síndrome del quemado, el cual es un trastorno emocional vinculado con el ámbito laboral, el estres causado por el trabajo y el estilo de vida del empleado.

El suicidio del mismo Fisher (sufría de depresión) sería una muerte privatizada, individualizada entendida desde un contexto estructural de muertes por suicidio. ¿Suicidio capitalista?. En fin, cuando Fisher habla de privatización del estrés justamente se refiere, y a la vez da la razón a Margaret Thatcher, al gran triunfo del poscapitalismo en el proceso de despolitización. La pérdida de derechos es mostrada al trabajador como algo natural que debe aceptarse haciendo que la búsqueda de los motivos de las enfermedades debe partir desde adentro, ya sea en su química cerebral o en su historia personal. Por el lado de los mas jóvenes la hiperactividad se relaciona con el consumo compulsivo en el marco de lo que denomina la "hedonía depresiva" casi como una paradoja neoliberal de la felicidad. En este sentido el "Realismo capitalista" de Mark Fisher es la misma experiencia que vive el depresivo, pues no siente anomalías en su vida a pesar de sus bajas expectativas... Eso es el domingo.

Para entender ese triunfo del que Mark hablaba, no solo el capitalismo privatiza la enfermedad sino que ademas provee la cura. Byung Chul Han dice que la fórmula mágica de curación ha sido la literatura de autoayuda estadounidense, ya que "designa la optimización personal que ha de eliminar terapeuticamente toda debilidad funcional, todo bloqueo mental", una optimización personal que resulta ser una autoexplotación personal, en donde hasta el dolor debe ser soportable. No pain! No Pain! le gritaba el entrenador a Rocky mientras recibe golpes. La única manera de comprender eso es no pensar en el cuerpo y si en la mente, así que B.C Han de algún modo nos recuerda el anacronismo del concepto de biopolítica (sociedad que controla cuerpos dóciles) de Foucault para ser reemplazado por el de psicopolítica (sociedad que controla mentes dóciles).





Christian Marazzi tiene un frase complementaria con el pensamiento de Fisher: "El problema no está en el capitalismo en sí, sino en el capitalismo en mí". El capitalismo supo incorporarse en la mente para dirigir el cuerpo naturalizando el tipo de dominio a partir de necesidades y deseos. Del mismo modo que en la disciplina para Foucault representa el tiempo en el cuerpo, el posfordismo tambien lo hace enfermando de manera naturalizada.

Sin embargo, mas allá de mi angustia, hay una puja sobre el domingo, ya que muchos lo han perdido. Recordemos que la representación del mercado esparcida ya en millones de ciudades del mundo es el shopping mall, y éstos no cierran sus puertas el domingo pues la angustia puede ser suprimida (momentaneamente) por el deseo y, en consecuencia, por el consumo. Es decir, en un contexto de precarización del trabajo y en el que la ciudadanía aumenta sus obligaciones a la vez que pierde derechos, hay quienes ya no tienen ni ese día para compartir. La obtención de derechos parece haber quedado lejos en la historia, algo idealista de la modernidad. "El neoliberalismo convierte al ciudadano en consumidor. La libertad del ciudadano cede ante el consumidor" dice Byung Chull Han.

Así inicia el Guy Standing su libro Precariado: Una carta de derechos:


"Por todo el mundo, cada vez mas personas se está convirtiéndo en meros residentes con sus derechos de ciudadanía cada vez más cercenados, a menudo sin darse cuenta de ello o sin apreciar todas sus implicaciones. Muchas se unen al precariado, una clase emergente caracterizada por la inseguridad crónica, ajena a las viejas normas laborales y separada de la clase obrera. Por primera vez en la historia, los gobiernos están restringiendo los derechos a sus propios pueblos."

Lamentablemente las mismas universidades que levantan la bandera contra la reforma laboral y la precariedad de las condiciones de trabajo tiene la mayoría de sus docentes contratados por semestres colaborando con la precarización del trabajo y la inseguridad crónica que el neoliberalismo desea reproducir.

En una situación más baja aún, se encuadra el trabajo conocido como freelance. En Non stop inertia de Ivor Southwood, ese trabajo se muestra como una actividad frenética, una actividad sin fin en la que no siempre hay dinero, en donde la precarización produce la "liberación" del trabajador y el cambio de lenguaje laboral, en donde lo free es ser tu propio jefe, y para obtener pequeños trabajos debes mostrar entusiasmo a otros, y en donde la búsqueda de trabajo es también otro modo de trabajo. Haciendo que la apariencia de libertad sea en la de 24hs en la que ser tu propio jefe implica que la vida sea lo mismo que el trabajo.





La estabilidad parece quedar lejos a la vista cuando miro hacia abajo y me encuentro parado en un piso flexible como símbolo de precariedad, o cuando veo el continnum histórico de precarización que se ha naturalizado con cierto hastío y esperanzas de obediencia.

Estas conquistas del capitalismo se dan en el marco favorable en el que la izquierda cae (en los ochenta y noventa) ante el conservadorismo neoliberal y el capitalismo configura el posfordismo como nuevo sistema de creencias y de lenguaje hegemónicos.

Según Franco Bifo Berardi la izquierda aún habla en un idioma que solo puede comprenderse en el fordismo y por ende debe adaptarse a las condiciones del posfordismo. Una izquierda anacrónica y por ende disléxica. La idea de trabajo basada en la experiencia del movimiento obrero tradicional se desmoronaba a partir la nueva conciencia de los jóvenes obreros deseosos de libertad y ocio, y las posibilidades tecnológicas del sistema productivo.

En Generación Post-Alfa Berardi dice:

"La crisis de la izquierda que se manifiesta en el retroceso político de las fuerzas organizadas del movimiento obrero y progresista no es sino un epifenómeno de una crisis mucho más profunda: la crisis de la transmisión cultural en el pasaje de las generaciones alfabético-críticas a las generaciones post-alfabéticas, configuracionales y simultáneas. La dificultad de la transmisión cultural no consiste en la dificultad de transmitir contenidos ideológicos o políticos, sino en la dificultad de poner en comunicación mentes que funcionan según formas diferentes, incompatibles. La primera y más indispensable operación que se debe realizar es la de comprender la mutación de formato de la mente post-alfabética".
Los aspectos que muchas veces pasan desapercibidos por nuestras vidas muchas veces explican la ideología del posfordismo. El domingo es real e ideológico, tan capitalista como el amor, la familia, la depresión, el estrés, el ocio, el tiempo, etc, esto es lo que al fin y al cabo explica mi angustia hoy. Porque (repito frase) "El problema no está en el capitalismo en sí, sino en el capitalismo en mí".



Bibliografía recomendada:
- Mark Fisher. Realismo capitalista.
- Byung Chull Han. Psicopolitica.
- Franco Berardi. Generación post-alfa.
- Guy Standing. Precariado.
- Igor Southwood. Non Stop Inertia.

La Memoria en épocas distraídas

El futuro de la memoria ¿Por qué vuelve el negacionismo sin rechazos escandalosos?¿Qué pasó con la memoria? ¿La posmodernidad recuerda o sol...