domingo, 14 de junio de 2020

Triunfos nostálgicos: Líneas críticas y anacrónicas sobre Billy Elliot y la política del fin de la historia.

Mariano Alvarez

"Mejor que dejes de soñar con una vida tranquila porque es la única que conoceremos" arranca The Jam con City Called Malice, sobre una base rítmica que si no te hace mover los pies, lo hace con tu cabeza hacia arriba y hacia abajo.

Mientras suena esa canción, Billy de un salto sale corriendo de su casa para las calles de un húmedo barrio obrero con colores desaturados, como si la combinación de la lluvia y la niebla hubiera diseñado una paleta de colores natural. El niño escapa de los problemas y prejuicios que lo atormentan en una ciudad ruda y masculina. Su hermano mayor acaba de echar de la casa de los Elliot a la maestra de ballet de Billy amenazándola e insultándola, dejando bien en claro la importancia del clasismo en épocas del thatcherismo, diciéndole "Vieja de clase media". No sólo esa importancia convive con la clase trabajadora, de hecho el marido de la maestra o señorita Wilkinson es un empleado recién despedido de su trabajo que, cómodo en su sillón y mirando la televisión, critica despectivamente a los mineros por las huelgas que están llevando acabo. El neoliberalismo ya no solo comenzara a incorporase (hacerse cuerpo) sino que también a asimilarse (hacerse sentido común). 

Que The Jam suene de fondo tiene un sentido simbólico importante como cuando lo hace London Calling en las corridas a los mineros huelguistas. Para Mark Fisher The Jam es parte de lo que denomina modernismo popular, en donde la creatividad de la clase trabajadora representa la posibilidad de expresar las experiencias de clase desde un nivel mainstream, desde la cima del mercado, al igual que Ian Curtis y Joy Division. "Porque la conciencia de clase no es meramente un asunto de identificar un estado de cosas ya existente; el hacer visible las estructuras que producen subordinación inmediatamente desnaturaliza a esas estructuras y cambia la forma en que la subyugación es experimentada". The Jam representa en sus letras todo eso y mucho mas. Para Fisher es la representación del fracaso de la estructura de la vieja izquierda, que hacia el final de los setenta estaba atrapada en un tradicionalismo retrógrado que no tenía alcance en el campo libidinal abierto por el capitalismo post-Fordista.

Luego del baile, la música de The Jam agoniza en modo fade out sobre un bombardeo de gritos en mute entre el hermano y la maestra de Billy, dejando en la imagen solo las muecas, los gestos, los ojos casi salidos. El conjunto de todo esto representa el rictus de una realidad casi irremontable del barrio minero y los cambios sufridos en los ochentas por la clase trabajadora. En el mundo de Billy la música despierta el baile, y cuando baila vuela a la vez que desaparece la ira que lo acecha. Las penurias del mundo real se desvanecen ante el suyo, en el que no deja de abrir puertas hacia lo desconocido. La escena culmina con la bella imagen de Billy corriendo de frente en una calle que baja sin fin y con un fondo en el que el océano azul deja entrever un velero blanco borroso en movimiento mas que lento.



Ni la discusión cargada de prejuicios clasistas y machistas, ni el baile son ajenos a la realidad de la época.
La fuga de Billy no es mas que la antinomia a la depresión en la que se vió subsumida la clase trabajadora en los años ochenta con la pérdida de derechos en la era del thatcherismo y la precarización del trabajo. Los mineros perdían la lucha (la imagen del ascensor descendiendo a las minas luego del paro así lo muestra) a la vez que Billy aumenta su esperanza de despistarse del camino que le depara su propio destino desde las entrañas de la misma clase, de su barrio, de su hogar. Todo esto junto a las apariciones borrosas del cuadro de Karl Marx es la clara referencia a la derrota.


Al referirse a la huelga de mineros por la que Tathcher hizo atravesar durante su gobierno a la sociedad bajo el imperativo de que "no hay alternativas", podría entrar en la categoría de película histórica, pero no es solo eso sino que se agrega a ese contenido de historicidad, lo que Fredric Jameson denomina "el modo nostálgico". Esa nostalgia como sensación ubicua a través de los códigos de la clase trabajadora inglesa, el estilo de vida en el barrio, la conformación de las familias, las actividades que llevan a cabo, el modo en que se expresan y se comunican. En fin, la historia podría desarrollarse en cualquier contexto pero no dejaría de presentarse como una obra nostálgica.

Esta huelga de mineros ocurrió entre 1984 y 1985, y no solo fue una huelga masiva de los mineros británicos sino que además paralizó en gran medida la industria del carbón de ese país. La microhistoria que se da en Billy representa un diminuto triunfo en lo que luego sería la rotunda derrota de los mineros y la clase trabajadora en sí. Del otro lado de la moneda el hecho fue visto como una importante victoria política del Partido Conservador que lideraba Margaret Tathcher.

Es quizás por eso que me gusta pensar que mas que el triunfo de Billy es el triunfo de su padre quien en la película da un giro respecto a las decisiones sobre su hijo. La huelga como lucha nunca se presenta como triunfante sino con pequeñas derrotas ya sea en las calles con la represión policial (de fondo London Calling de The Clash) o el éxito del rompehuelgas para no cesar la producción. Los derechos de clases ganados se estaban desvaneciendo dando paso a una era de precariedad que se extiende hasta el presente. 

¿Acaso esta derrota determinó el giro del padre respecto a Billy? Rotundamente sí. La derrota implica una cancelación del futuro que imponía las "no alternativas" (There are no alternative) al capitalismo de Margaret Tathcher, Ronald Reagan y de filósofos como Fukuyama que planteó el fin de la historia como si el hombre hubiera llegado a su punto cúlmine de satisfacción de sus necesidades con el liberalismo de esa época. Billy, (insisto) es la representación de una posibilidad de salvación incluso para este padre, pequeña pero significativa en un entorno tan oscuro.

Pero la profunda nostalgia de la película no es sólo en torno a los futuros perdidos de la clase trabajadora. El objeto mas importante de nostalgia lo representa la madre de Billy o mejor dicho su ausencia por haber muerto. Ese fantasma es inseparable de esta historia, su ausencia es presente y permanentemente. La historia está organizada en torno a este sentido de pérdida. En términos que provienen de la deconstrucción de Derrida, la hauntología caracteriza a esta historia a partir de un presente que tiene sentido gracias a algo muerto. La nostalgia que proviene del duelo, del objeto perdido.

Pero no es solo un film de derrota y nostalgia, también es un film sobre deseos. Si hay una palabra con contenido ideológico en un mundo en el que el consumo es un modo de comunicar como plantea Baudrillard, esa es deseo. Contrariamente, el deseo del que hablo es el del mismo duelo. Para el día de navidad (junto con Coca Cola y Mc Donalds a mi criterio representan esa idea de deseo capitalista a la que me refería) se produce un giro siniestro en donde lo conocido parece extraño y lo extraño conocido. El padre de Billy destruye a hachazos el piano de su difunta esposa casi en un acto de representación de cierre de duelo, a partir de ese día aquel objeto de deseo perdido e inalcanzable en esta historia encuentra su reemplazo, las energías libidinales del señor Elliot se transfieren a Billy. A partir de ese momento tanto él como su hijo mayor tendrán como objetivo mas importante, más que la huelga y la melancolía por la pérdida, el futuro de Billy. Ya no habrá mandamientos de barrio ni clasismo, no habrá masculinidad ni reproches que hacen alusión a la sexualidad. Lo que antes era extraño ahora será lo familiar, y de ahí lo siniestro.





jueves, 11 de junio de 2020

Years & Years: Lo distópico no era la tecnología, era lo humano.

Cuando la ciencia ficción comenzaba a popularizarse a través del morbo que las distopías plantean y éstas se transformarban en la repetitiva idea de la tecnología y sus aspectos negativos en la humanidad que una gran cadena del enterteinment como Netflix comercializó (tomo aire), se encontró con su propio techo. Black Mirror, esa serie que nos llevó a pensar en el futuro tecnológico, no fue mas que una suma de relatos para redundar en lo mismo. Hoy, en 2020, la serie Years & Years (2019) terminó siendo la que redoblaría las apuestas al momento de hablar sobre el futuro cercano (el presente) como contradiciendo todo lo anterior y disparando lazos con la realidad de este comienzo de la segunda década del siglo XXI. Fue como que nos hayan tomado del mentón para girar la cabeza y decirnos que los peligros son otros. Si la ciencia ficción nos habla sobre el futuro es siempre con los pies apoyados en el presente, en fin utiliza un tiempo llenos de preguntas para traerlas a nuestra vida actual así como está. Con estas características.




Vi en Years & Years el giro que practicamente hace Kierkegaard en la filosofía. El sujeto deja de mirar lo que lo rodea para mirarse a sí mismo en lo mas profundo, en su propia existencia. Me gusta pensar que Y&Y es como una distopía antropocéntrica, en la que el hombre es mas protagonista que la tecnología y sus consecuencias.

Si, como se ha dicho en el libro de Nisbet, en la historia del progreso se ven dos grandes corrientes, una que plantea el progreso como el desarrollo técnico y otra como el desarrollo de los valores humanos, vemos que la mayoría de las distopías muestran al hombre alienado por la tecnologia tomando entonces una de éstas idea de progreso para cuestionarlo. Son historias en las que la técnica es la protagonista del progreso pero también de su negativo pesar.

En Y&Y la tecnología avanzó y causa problemas como la transhumanización pero esto no es mas que un aspecto que se suma a la gran crisis de la humanidad, la precarización laboral, la continua repetición de los cierres de bancos que estafan, la discriminación racial tomada como bandera por partidos políticos, el inmigrante como un problema, todo se asimila mas a un presente en el que la tecnología no parece culpable ni de la pandemia, ni de la discriminacion o de la violencia policial a los negros, ni mucho menos de la imparable ampliación de las desigualdades sociales. En la serie, al igual que en el presente la política es un show con políticos que tienen fuerte presencia en los medios de comunicación. Y&Y tan centrada está en la humanidad que la historia de amor principal es homosexual.

Esta forma de ver el "progreso" definida dialécticamente entre el hombre y la tecnología ayuda a salir de la dualidad que se muestra al comenzar el libro "Historia de la idea de progreso" de Nisbet. Sale de esta dualidad porque no se centra en la oposición entre valores del hombre y tecnología. En última instancia este tipo de distopía no hace al hombre víctima sino de artesano de su propio futuro en el que la misma racionalidad también se ve entre signos de preguntas.




Una distopía antropocéntrica en un presente como éste nos plantea un alerta y la necesidad de comenzar a preguntarnos sobre qué pasará con nuestro futuro y no con el futuro de la tecnología avasalladora. Por otro lado y de modo aún mas urgente, centrar el progreso en los valores del hombre y no en la tecnología implicaría que la civilización misma se vea negada (una civilización bárbara) y que el progreso no sea mas que retroceder ya que las ideologías segregacionistas extremas son los problemas por lo que se había pasado en el silgo XX. Se suponía que a veinte años del siglo XXI aquellos sería problemas anticuados que nos dejarían un legado de enseñanza. Avanzar con la igualdad de derechos hasta naturalizarla no es un tema tecnológico.

La Memoria en épocas distraídas

El futuro de la memoria ¿Por qué vuelve el negacionismo sin rechazos escandalosos?¿Qué pasó con la memoria? ¿La posmodernidad recuerda o sol...