viernes, 26 de julio de 2019

Pop retrotópico: el no-future de Black Mirror y Back to the Future II en la cultura.

Idealizar el futuro a través de la utopía o distopía también es retro.


Para quienes recorrimos la infancia en la década de los ochenta, el futuro, esa idea de momento posterior al presente, era realmente pop. No estoy seguro pero aquella idea de que el año 2000 vendría acompañada de autos que se desplazaran en el aire provenía de Back to the future part II. La idea de dicho año como quiebre de la historia venía de la mano del pensamiento acerca de un desarrollo tecnológico y científico que cooperaría con la construcción y el despliegue de una nueva etapa en la que el progreso tecnológico salía de las fábricas para trasladarse a los aspectos de la vida cotidiana. Nada quedaba fuera de esta cadena significativa, que un VHS  (que era tragado por un tosco y ruidoso aparato gris o negro) trajera esta idea también cooperaba con la creencia en un futuro bañado en bienestar y progreso. Este futuro construído exclusivamente desde el deseo mas que desde las ideologías pintaba una utopía vacía de ideales, una utopía capitalista que monopoliza el deseo para reproducir su propia existencia y su propia lógica, como si la idea de Thatcher acerca de que no hay otra alternativa al capitalismo, que tendría lugar al poco tiempo, se estuviera anticipando.

Estos eran los signos del capitalismo posfordista asomándose invisiblemente en las narices de todos. La tecnología imponía (aún lo hace y allí radica el éxito) un modo de entender el futuro relacionándolo con una sensación ubicua de felicidad y progreso. Eso fue en el fondo una verdadera revolución.

En clave foucaultiana se pasó de las sociedades disciplinarias a la posdisciplinaria. De dominar los cuerpos a dominar las mentes. Eso que Frederic Martel en Cultura Mainstream toma de Joseph Nye para referirse al nuevo tipo de poder del imperialismo en plena globalización tecnologizada. La era del contenido es la era del soft power. Las ideas de una cultura hegemónica disfrazadas de contenido de entretenimiento. El enterteiment sería la clave para el nuevo ejercicio hegémonico global. Back to de future part II lo reflejó en aquellos momentos. La idea "utópica" de la tecnología al servicio del hombre no era mas que el deseo de una vida nueva y placentera que emergía a partir del desconocimiento sobre los avances tecnológicos. Los automóviles volarían... vaya idea de futuro nos deparaba la sociedad postindustrial.



En este sentido aquella utopía capitalista del futuro avanzado mejorando la calidad de la vida vista en Back to the future part II con autos, trenes y skates volando, indumentaria como camperas y zapatillas nike autoajustables (que se materializaron 20 años después), microondas que hacen de algo diminuto una sabrosa pizza, era la pauta publicitaria de un sistema que por la década del ochenta pretendía romper con el eclipse de utopías. Sin embargo, el futuro basado en el deseo material no parece ser mas que la presencia de una única utopía, la del capitalismo y esto es lo que permite la existencia de relatos negativos, distópicos, referente a la tecnología y su constante avance.

El futuro paralelo creado en las aventuras de Martin Mcfly en la que logra ver a su madre como esposa de Biff e incluso llora frente a la tumba de su padre es lo mas cercano a lo distópico, a Black Mirror, un futuro que muy poco se relaciona con progresos tecnológicos. El futuro es colorido, luminoso y tecnologizado, el futuro paralelo es netamente oscuro.


Back to the distopia.


¿Habrá sido la caída de la URSS, o la emergencia de los gobiernos de Reagan y Tatcher, o el éxito de la sociedad de consumo y por ende la publicidad? No lo sé, pero desde entonces, como un espejo, todo se reflejó hacia el pasado. Se trata de volver al pasado hasta para buscar viejos ideales.

La posmodernidad es la época en que se ha olvidado de pensar historicamente. La ruptura de la relación pasado-presente-futuro, y el auge de lo retro no es simplemente una tendencia que consiste en volver a viejas modas sino mucho mas profundo, la incapacidad de concebir un futuro que supere otro momentos históricos. El siglo XX se vió impulsado por la energía utópica de las vanguardias culturales y artísticas, energía que parece haberse agotado. Es como si todo se hubiera dado vuelta por exceso de velocidad. En el futuro ya no vemos sino las sombras de un pasado de barbarie y miseria que creíamos enterrado dice Franco Bifo Berardi en  Después del Futuro. En fin, la cultura (con su relación con el pasado) no parece estar atenta al presente pero mucho menos al futuro. Si hay una idea del mismo, es la idea de un futuro que existió en un pasado no muy lejano.

Cuando pensamos en el futuro ya no como una categoría de la temporalidad sino como algo propio de la cultura, surge la impresión de una mirada negativa sobre lo que vendrá y entonces la distopía es la manera en que hoy el futuro se materializa en idea. Series y películas se aventuran en estas especulaciones tal como Wells y Orwell lo hicieron con tanta certezas refiriéndose a nuestra era pero durante la primera mitad del siglo xx. Sin embargo, la distopía no solo se resume al aspecto del pop y del consumo del entertainment mainstream, lo distópico en nuestra era se ve además con la idea de vacío respecto al futuro y la posibilidad cada vez mas cercana de no pensarlo ni idealizarlo. La expresión de Franco Bifo Berardi acerca de una "Cancelación del futuro" es la mas adecuada para hablar la muerte de las utopías (o el anacronismo de las mismas) o el triunfo de la premisa "No hay alternativas al capitalismo" de Margaret Thatcher allí cuando se deseclipsaron las utopías. Desde el aspecto artístico, lo de Franco Bifo Berardi me recuerda a la ironía del artista callejero inglés Banksy en una de sus obras hecha en Boston en la que suspendía con la palabra "Cancelado" la expresión "Sigue tus sueños". En fin, las miradas catastróficas que películas y series tienen sobre el futuro no son mas que el síntoma de la ruptura entre el presente (cargado de pasado) con el futuro, en una era caracterizada por la nostalgia.





La distopía no se entiende solo por un relato de una sociedad con aspectos contrarios a una utopía. Lo distópico de hecho podría no existir en nuestra propia imaginación creativa puesto que no es mas que preveer los efectos de algunas características de la sociedad presente. Los regímenes conservadores ocultan sus intenciones imaginándose la sociedad que no quieren, no arrollan el status quo, lo sostienen, o bien vuelven a un pasado con el que se encuentran cómodos. La imaginación creativa solo se encuentra en los ideales utópicos que se plasman en una idea de una sociedad mejor a la que provoca su origen. Una, la utopía, así entendida, habla de causas para una nueva sociedad, al tiempo que la distopía, habla de los efectos que podría provocar una sociedad ya existente.

Como si la utopía fuera volver a las viejas utopías... la era del vacio retrotrae viejas ideas y costumbres... y tanto la añoranza como la nostalgia son los síntomas que se materializan en el mercado a traves de la moda retro de series, películas y bandas que remiten al pasado.

Black Mirror o películas como The Discovery ponen en relieve la contracara de aquella percepción de futuro vista en Back to the Future part II basada en el deseo capitalista desutopizante. Quizás recuperan lo que el historiador Enzo Traverso entendió como barbarie moderna, es decir el pensamiento tecnocrático e industrializado incorporado a usos que exceden la actividad productiva. El historiador lo aplica a la organización del exterminio nazi o mismo la idea de productividad que se ve en el ataque nuclear a Hiroshima. Charlie Brooker, creador de Balck Mirror, lo hace viendo a la tecnología posindustrial en la vida cotidiana a través de dispositivos smarts, redes sociales y plataformas, distorsionando los valores actuales, los actos humanos y las expectativas sobre una sociedad precarizada, poco lúcida, superficial y enferma. Una distopía centrada en la antigua temática del control y la disciplina extraída de Orwell y Wells pero aggiornada a la temática tecnológica.

Por otra parte, para Russel T. Davies, creador de Years and Years (nueva serie de HBO), el aspecto tecnológico se muestra como un detalle polémico tomando mas seriamente las cuestiones humanitarias, políticas y económicas. Una visión apocalíptica del capitalismo financiero acompañada por la naturalización de las relaciones homosexuales en algunos países. De hecho la historia de amor que atraviesa la mayoría de la primera temporada, esa que por lo general es contada a partir de los valores hegemónicos impuestos y representada por el duo hombre/mujer, no es más que la de dos hombres que se conocen en un refugio de inmigrantes. Years and years recuerda a las ideas aceleracionistas de izquierda.

El futurismo de Marinetti, esa corriente artística fascista italiana tomaba la velocidad proveniente de la máquina, de lo tecnológico, como algo positivo del siglo XX. En este sentido Charlie Brooker y Russel T. Davies piensan en clave Postfuturista del filósofo italiano Franco Bifo Berardi. Plantean que la aceleración ha empobrecido al mundo, ha despertado la violencia y la desigualdad, la represión y el pánico, tal como se puede ver en otras distopías como The Handmaids Tales.

La mirada constante al pasado parece de poco compromiso al pensar lo poco que eso se relaciona con una conciencia histórica... es una mirada anacrónica del pasado pedirle cosas que en el presente ya no puede dar. El entusiasmo es hacia el futuro es en el recuerdo y la distopía es una forma estética de volver al pasado sin ser retro.

La nostalgia hauntológica, ese espectro de Derrida, ese que puede denominarse futuro no presente deja de ser el espectro que vivió en una generación para pasar a ser algo transmisible de generación a generación. La nostalgia de lo utópico, aquello que definió a la modernidad, es hoy y será siempre (pues los fantasmas no desaparecen dice Derrida) una nostalgia transmitida. Casi del mismo modo que Walter Benjamin habla de experiencia transmitida y experiencia vivida, podemos hablar de una nostalgia que se transmite como única contenedora de los viejos ideales y costumbres

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