martes, 4 de septiembre de 2018

8A: Ya nada es como era.

Opinión.



Por Mariano Alvarez


Fue una noche caliente de marzo de 1997 que con mis 18 años volví de Cemento* a las 4 am. Mi vieja me esperaba... creo que aun no había logrado irse a dormir ya que el televisor estaba encendido y sobre la mesa había tazas estampadas con manchas de té, como si fuera el mapa de un mundo desconocido trazado por la espontaneidad de la torpeza al servir muchas veces el antídoto que resuelva la ansiedad de la espera.

Mi madre me esperó y llegué, me sirvió un té hervido que había sido varias veces calentado y recalentado, y luego (con cara de "por fin estoy tranquila") me preguntó cómo me había ido... no le quedó otra que esperarme nuevamente porque hablé 5 minutos de música y 50 acerca de la necesidad de legalizar el aborto.


No sé si me escuchó pero asintió siempre como si estuviera aprendiendo de alguien impulsado por una inquietud abrumadora. Quizás la temática del aborto a las 4 am aplicaba, puesto que de día se vestía de tabú en la mesa de cualquier familia, o quizás la temática sin filtros había eliminado cualquier tipo de respuesta que partiera desde el sentido común.


Aquel show de Cemento tenía un slogan que decía "El aborto ilegal asesina tu libertad". Chicos y chicas* de unos pocos años mas que yo cantando contra el establishment y la cultura dominante creando un submundo alternativo a lo que se veía fuera de esas paredes sin revoque.


Veintiún años después, no solo tengo 39 años y dos hijas pre adolescentes, sino que por primera vez la sociedad argentina debate la despenalización del aborto que, lleno de polvo y aroma rancio, sigue aún sin salir del ropero. 
A la convicción social de un gran número de jóvenes mujeres reacciona un sector social que, autodenominados apolíticos, disfrazan su ideología con mandatos morales, religiosos y/o científicos sobre los que se recuestan. Inmiscuidos en los grandes y antiguos relatos, ignoran los vaivenes sociales e ideológicos de la posmodernidad, y no hacen mas que, con coherencia, llevar a cabo un chantaje moral a las mujeres diciendo que "si sos libre sos asesina".




Foto 8A por Matías Jovet


Lo interesante de una contracultura como el feminismo en Argentina es su pretensión de volverse hegemónica, imponiendo un nuevo concepto de mujer, de cuerpo, de vida, de derecho, de lucha, exponiendo otras problemáticas como la violencia hacia la mujer, el "todes" de la inclusión a través del lenguaje, la acción directa como método de lucha frente a las prácticas hegemónicas que hacen oídos sordos a reclamos que mueven las columnas del status quo.

Sin muchos mas rodeos, el descontento apasionado de aquellos jóvenes de los noventa y la acción de las feministas del 8A* son la representación mas vívida de la contracultura. Son los jóvenes que se desafilian de los principios y valores fundamentales de la cultura y como consecuencia toman la figura de foráneos para el resto de la sociedad... son los bárbaros que invaden el imperio intocable. Son los que ofenden no sólo a quienes ostentan la invención de lo que la cultura hegemónica* oculta sino a quienes prefieren no cuestionarla y jugar con las instrucciones en la mano como producto del vacío de una educación que enseña a saber qué responder cuando las preguntas son las esperadas pero no a pensar cómo responder a las ideas sobre las cuales no hay preguntas preestablecidas.


Aunque el senado decidió no aprobar la ley, ya nada es como antes. Cuando los reclamos frente al status quo son legitimados por la sociedad de esta manera, éste se rompe por su propio concepto. 

Las mujeres de hoy, grandes o chicas, liberales o no, de clase baja o clase alta hablan de aborto, sin embargo mi madre hace 20 años no tuvo reacción ante la temática que un adolescente llevó a la mesa... algo ocurrió en el medio... y no es solo agua lo que pasa debajo del puente porque nuevos vientos soplan para cambiar la dirección de la corriente.



*Mítico recinto argentino para shows de rock de la capital federal
*Los chicos era Fun People y las chicas She-Devils.
*8 de Agosto de 2018 el senado rechazó la ley por la despenalización del aborto
*Gramsci llamaba «hegemonía ideológica» a esa forma de control que no sólo manipula las conciencias sino que también satura y constituye las experiencias cotidianas que hacen a nuestro comportamiento.

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