Por Lucho Perez para No.retorno
Desde siempre me he sentido atraído por el estilo y sentido de la moda del DJ y productor de música electrónica: Seth Troxler. A pesar de que a veces utiliza “gafas de armazón”, se deja ver con un bigote propio de los 80´s y parece estar inclinado hacia la moda vintage, hay algo que transmite su persona muy diferente a lo que he visto en otros jóvenes que frecuentan los barrios de Kreuzberg(Berlín), Williamsburg(NY) o Malasaña(Madrid), sitios que concentran buena parte de la actividad artística y algunos de los proyectos más interesantes en el plano cultural europeo y americano.
Desde siempre me he sentido atraído por el estilo y sentido de la moda del DJ y productor de música electrónica: Seth Troxler. A pesar de que a veces utiliza “gafas de armazón”, se deja ver con un bigote propio de los 80´s y parece estar inclinado hacia la moda vintage, hay algo que transmite su persona muy diferente a lo que he visto en otros jóvenes que frecuentan los barrios de Kreuzberg(Berlín), Williamsburg(NY) o Malasaña(Madrid), sitios que concentran buena parte de la actividad artística y algunos de los proyectos más interesantes en el plano cultural europeo y americano.
En una entrevista para la revista Thump: Troxler critica la actitud de algunas personas en algunos festivales, donde los asistentes consideran que la libertad es jugar con el lodo y emocionarse al recibir pasteles o postres en su propio rostro. Por ello brinda la siguiente recomendación a los nuevos involucrados en la escena de la música electrónica: “Just stay classy kids”, expresión que también abarca su admiración por el DJ británico Craig Richards, el gusto musical de sus padres, pertenecientes a la escena techno y dance de Detroit, y su interés por la comedia Curb your Enhtusiasm de Larry David, razones a su vez por las que de acuerdo a Dummy Magazine sus amigos lo llaman el anciano Troxler: “I think I generally dress like a dad. My friends call me ‘Old Man Troxler”.
Interesante esto último porque Troxler parece ser consciente del precepto del libro El Arte de la Guerra de Sun Tzu: “Si refuerzas tu vanguardia, se debilitara tu retaguardia” que da cuenta de la mediación que debe existir entre las tradiciones y particularmente la esencia ultima que carga consigo, y la búsqueda de libertad-progreso, propios del sistema Neoliberal al que pertenecemos. Relación que, a diferencia de Troxler, es llevada a cabo de manera muy superficial por la subcultura “hipster”. Justamente en el libro: The Sacred and the profane: An invetsigation of hípsters de Jake Kinzey, se sostiene que, en el marco de del posmodernismo, la pérdida del sentido de la realidad factual, la subsecuente comprensión de la realidad como un todo fragmentado y por supuesto las técnicas estéticas paródicas que devienen con esta última como el pastiche y el collage, la labor artística termina volcándose hacia la reproducción técnica de obras de artes del pasado, proceso en el que por supuesto se terminan reduciendo su aura, esencia y autoridad. “Ninguna reproducción puede dar cuenta de haber experimentado la misma historia que la original”.
Ahora, al reproducirse técnicamente dichas obras se termina dando un proceso de purificación en el marco de la búsqueda de lo Real, único y autentico. Conducente esto a que “lo nuevo” mute en otra forma del objeto de resistencia. Al respecto, Kinsey sostiene que “La pasión por lo real en el modo de autenticidad sólo puede ser realizada como destrucción. En esto reside su fuerza – después de todo, muchas cosas merecen ser destruidas. Pero este es también su límite, porque la purificación es un proceso condenado a la incompletitud, una figura del mal infinito”. Las contraculturas basadas en la noción de autenticidad han tratado de resistir a la corriente dominante simplemente negándola: si lo hacen, entonces nosotros hacemos lo contrario. El problema con esta estrategia es que no pone nada en el lugar de lo que se opone y crea el ciclo del “mal infinito”. En este sentido, el ciclo de reacciones y resistencia propios de las subculturas del siglo XX terminan volcándose contra la densidad, los fundamentos y la profundidad de las aserciones de realidad, en virtud de la promoción de lo inmediato y de las sensaciones de la superficie.
Kinsey por tanto propone que para que se dé un devenir sujeto no se debe dar una “restitución(del origen) a través de la destrucción (de lo inauténtico)…lo que está más allá del alcance de la imaginación hipster es la idea del hombre nuevo como una “creación real, algo que nunca ha existido antes, porque emerge de la destrucción de antagonismos históricos”. Este es un hombre nuevo que “está más allá de las clases y el estado”. Este “verdaderamente” nuevo hombre, por lo tanto, es capaz de distorsionar el tipo de distinciones de las que depende el “punto de vista elitista” del “hipster”, un curioso elitismo “abnegado”.
La palabra antagonismos históricos aquí es muy importante. No toda la historia subcultural ha sido negativa y tampoco se necesita de procesos deconstructivos como el pastiche o collage para poder apreciar lo único positivo que, según algunos individuos, con un nivel alto de capital simbólico(prestigio) acumulado y que, por una u otra razón, desconocen la Real historia, vale la pena. Hay que conocer la historia de Detroit, del Dance, de la alienación subjetiva y objetiva que vivieron sus creadores, trabajadores que quedaron desempleados al ser reemplazados por maquinas; la consecuencia de esto: el futurismo utópico que buscaba desplazar la distopía en la que se convirtió Detroit, el rechazo al utopismo soulfoul de Motown Records. El padre de Troxler y sus abuelos muy posiblemente vivieron y se relacionaron con este contexto y por eso comprenden la esencia del rave, y de alguna forma él mismo también tuvo algunas vivencias que lo acercaron a dicha aura, cosa que da a entender en la entrevista de Dummy Magazine: “tuve la suerte de tener mis experiencias formativas en clubes en Detroit. Estaba en mi primer año de bachillerato cuando fui a mi primera fiesta, alrededor de los 13 o 14 años de edad. Tomamos éxtasis después del “regreso a casa” y nuestro amigo nos llevó a Detroit a una fiesta donde tocaban Frankie Bones y Adam X; He estado en una fiesta casi todos los fines de semana desde entonces. No mucho después le rogué a mis padres que me regalaran tocadiscos para Navidad. Mi papá era DJ, así que me dejaban entrar a los clubes y tocar música muy fuerte todo el tiempo”.
Troxler por tanto es un interesante ejemplo de cómo se relaciona la vanguardia con la retaguardia. De cómo se puede lograr la autenticidad sin rechazar necesariamente toda una historia llena de magia, caos, desorden y esperanza.
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